Desearás no haber deseado

A veces resulta difícil reflexionar acerca del destino. Siempre es bueno plantearse ciertas cuestiones para no perder de vista la contraposición de los propios deseos a lo que nos depara la vida.

Si es cierto que todo tiene un porqué, y que todos aquellos acontecimientos importantes están marcados desde que llegamos al mundo, para que preocuparse planteándose metas a las que llegar, objetivos que alcanzar, con los que ir llenando esos vacíos absurdos.

Parece inútil malgastar fuerzas luchando, si todo está escrito, por qué arrastrar lastres...

De repente apetece hacer las maletas y huir, volando lejos, hacia un lugar mejor. Dejar todo atrás demostrándole al destino que no todo está escrito, que lo que nos depara la vida no nos gusta, que queremos algo mejor.

Avanzar en solitario, mejorar, ascender. Porque ya sabes que puedes hacerlo. Porque ya lo has conseguido y no fue tan difícil. Porque has tenido que volver y sientes que has retrocedido, y quieres que este retroceso sea el impulso para volver subir. Porque no quieres convertirte en otro peón. Quieres ser un alfil, quieres trazar una línea transversal que te permita ver la vida de otra forma. Apreciando el origen de todo, pero con la seguridad de que nunca será más que eso, el punto de partida, el retiro dorado.

Qué cierto es aquello de que hay que tener cuidado con lo que se desea, porque puede convertirse en realidad.

Ahora comprendes que lo verdaderamente importante, está en un mismo. Que la soledad es la más fiel y desinteresada compañera, generosa, amable y hasta complaciente. Allá donde vayas seguirá tus pasos. Aprobará tus decisiones, te ayudará a hacer las maletas, y se irá contigo en busca de algo mejor, sin pedirte nada a cambio, sin egoísmos, sin reproches, sin ataduras.

Pero el destino, como burlándose de ti, de tu egoísmo, de tus deseos irracionales, llama a tu puerta para recordarte tus decisiones, para poner cada pieza del puzzle en su lugar, dibujando un paisaje que no te gusta, que te marca a fuego, que destruye por dentro tus emociones, como una especie de ardor que no te deja dormir, que te levanta entre el sudor y el tenue olor de un perfume... Ese perfume que se ha metido en tu cabeza, que no se aleja... Ese delicioso aroma que has ido persiguiendo con los años. Ese frío hedor que te encadena a un destino del que quieres despojarte...

Lo que un día fue un cálido abrigo, hoy te quema, te hiere...

Y todo será en vano. Sabes perfectamente dónde estás. Sabes muy bien qué es lo que quieres. Sabes que la solución está en tus manos. Pero como siempre, no harás nada. Nunca lo haces. Porque la fuerza de voluntad te ha abandonado, porque esperas que el destino se rinda ante ti, entregándote aquello que anhelas.

Y volverás a desear no haber deseado. Volverás a lamentarte, a fustigarte constantemente, echando balones fuera, ignorando tu parte de culpa, y asumiendo, como el mayor ciego, aquel que no quiere ver, que no tienes nada que ver, que el destino, ese al que te abandonas, no te ha tratado como te mereces. Y te encontrarás de nuevo en el mismo punto de partida, tu refugio dorado, el lugar del que siempre huyes, el lugar al que siempre vuelves.

Comentarios

  1. Volver duele
    casi tanto como no avanzar
    o incluso más.

    Y de nada sirve culparse
    o dejar de hacerlo

    Pero como sucede con todo en esta vida
    hasta los peores momentos tienen su parte positiva.


    Bicos a moreas

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