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Respirar y esperar

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A veces es bueno desaparecer, sigilosamente, tranquilos. Alejarse del bullicio a un rincón de paz, para poder observar en perspectiva nuestro mundo. Sentarnos, y en la calma que nos aporta la soledad, respirar. Sólo respirar. Tomar aire lentamente con los ojos cerrados y escuchar lo que nos cuenta el silencio. Respirar. Escuchar las olas del mar, sentir el viento fresco en la frente y respirar. Abrir los ojos y fijar la vista en el tablero. Ordenas las fichas, calcular las coordenadas, conocer a nuestros adversarios, conocernos a nosotros mismos, analizar el terreno. Respirar. Capturar el momento presente. Respirar y esperar. Tranquilo, sereno. Retirarse a un rincón oscuro, silencioso, en calma, respirar y esperar.

Odio y asco.

Ya a nadie le importa nada. Ya nadie conoce la empatía, ni la practica, sólo la critica. Nos pasamos toda la vida compartiendo momentos, ilusiones, recuerdos, objetivos. Pero en cuanto dejamos de compartir, nos olvidamos de todo lo que hemos compartido y sólo queremos vivir al margen de los demás, porque nos importa una mierda lo que le esté pasando a la gente. Hemos convertido todo el mundo en un  minimalismo emocional. Todas nuestras emociones son como cápsulas efímeras, que apenas duran un instante, en el que ni siquiera somos conscientes de lo que nos provoca el sentimiento. La sociedad está enferma. No existe la sociedad. No somos ni por asomo comunidad, ni siquiera pueblo, ni siquiera nación. Nos hemos abandonado. Somos zombis. Nos estamos alienando. Recuerdo que cuando era niño, mis padres, que lo han pasado mal, muy mal, se esforzaban en enseñarme que pase lo que pase, siempre hay que ponerse en el lugar de los demás, y aprender a comprender porque la persona que tene