Sentir el miedo a la desprotección, o la necesidad de sentirse arropado por alguien para quien lo eres todo y a la vez nada. La soledad encierra en sí los recuerdos de la compañía como medio para solventar los desagravios de la independencia. He llegado a la tercera fase, esa en la que aprendes lo importante de la independencia, del individualismo, del yo más absoluto cuando te enfrentas a problemas ante los que las soluciones las has de idear tu mismo, del juego de la toma de decisiones, de la elección de una u otra cosa. Me encuentro en un limbo en el que, aunque cómodo, empiezo a sentir la incertidumbre del paso, eso paso a la cuarta fase, esa en la que todo esas cosas son más difíciles, en la que todas esas otras cosas son mucho más fáciles, en la que la imaginación deja de ser útil para elegir tu destino y se convierte en el principal instrumento de lucha contra el devenir del tiempo. Este espacio temporal de desaprendizaje, y de aprendizaje a la vez, de renuncias y concesiones, d
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