Se me ha ido la inspiración

Ya no me resulta fácil crear algo interesante, o simplemente expresarme en palabras.
Parece que he entrado en un momento de grandes cambios, de numerosas emociones juntas, de ideas, de proyectos, de alegrías y penas que alternan en el día con momentos de dudas, de enfado, de euforia, de serenidad... y parece que tanto sentimiento no me permite encontrar ese equilibrio en el que a modo de terapia reflexionaba sobre mi mismo.

Quizás sea la soledad. Como bien dice la canción, lo mismo me abriga, que desarropa mi alma.

Y como ha cambiado el significado de la canción.

Cuando antes el abrigo significaba un momento para pensar, para reflexionar, asumir lo vivido y rellenar la cantimplora para seguir el camino... ahora es ese momento en el que necesitas olvidar lo vivido, no ser consciente de lo que ha pasado durante el camino, en el que te esfuerzas en creer que todo ha sido un sueño...

Sin embargo, tras el esfuerzo, agotado, compruebas que todo ha sido verdad.

Es entonces cuando todos y cada uno de los detalles se hacen mas patentes, las emociones más intensas, los sentimientos más fuertes, las alegrías más efímeras, las penas más tristes... y tus neuronas, a contracorriente, aumentan su actividad agotándote más y más... así que piensas, y piensas, le das vueltas, compruebas que el prisma de tus interpretaciones se ha convertido en una gama de luces, pero no son más que tonalidades del mismo color, ese color que matiza todo lo que en este momento estás viviendo...

Y ¿por qué? Porque has decidido seguir un camino que no es fácil. Lo habías deseado con todas tus fuerzas, pero el deseo hecho realidad te ha engullido, y ahora se ha convertido en una cueva, oscura, húmeda, fría, que poco a poco se va haciendo más y más pequeña, hasta encerrarte...

Pero... sumergido en esa cueva, en la soledad, en la tristeza, en las alegrías efímeras, en la vorágine de sentimientos, en todo ese tornado matizado por el violeta de los últimos tiempos... aparece una pequeña esperanza, una pequeña luz, la llama de una pequeña vela que te recuerda que nunca debes abandonar.

Y entonces, comprendes que en el bosque hay sendas, caminos, entresijos, especies conocidas y muchas otras por descubrir, arroyos...

Y como un errante en el desierto, confías en que pronto aparecerá un oasis en el que renovar fuerzas y coger el impulso definitivo que te guíe hasta el final de la etapa.

Uxío Barreiro

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