Caminando firme.
Por un momento creí haber perdido el rumbo. Parecía que me deslizaba hacia el abismo con la facilidad pasmosa que da el tener la sensación de estar haciendo lo correcto, de estar aprovechando el tiempo, cuando en realidad, lo que hacía era desperdiciar las numerosas oportunidades que me brindaba la vida, a pesar de verlas pasar por delante de mis narices. Incluso por momentos, hasta parecía que yo mismo apartaba la mirada y desairadamente apartaba de mi camino, como quien espanta una mosca que le está molestando, algunas de las oportunidades. En realidad, de lo que se trataba era de una ceguera estúpida, que iba más allá de lo sentimental, una tontería propia de adolescentes que a mi me había llegado a destiempo, pero quizás en el mejor momento. Había conseguido varios logros, podía presumir de haber llegado, en edad tan temprana, a escalones que ni siquiera mis mayores defensores habían pensado para mi. Me encontraba en un momento difícil, ese momento crucial al que todos llegamos e...